La importancia del retrato; sobre la muerte y la belleza

A continuación citaré el fragmento de un libro que como todos los textos que reflejan intensidad por la vida , me cautivó, pero este fragmento en particular viene a ser la explicación mas sentida de por qué el retrato con el tiempo puede llegar a adquirir tanta importancia. La pintura pasa de ser un objeto de presunción y estatus a un discurso descriptivo de la  época y con algo de suerte (o mucha) el retrato se convierte en la musa del imaginario de un escritor intenso, de manera que se convierte en un objeto, pretexto para tejer sentimientos y reflexiones alrededor del retratado y de paso le da espacio, junto con la historia, de sumergirse en una reflexión de un par de temas que atormentan a la humanidad: La muerte y la belleza.

"Pero nos dieron, Maximiliano, un trono de cactos erizado de bayonetas.
Nos dieron una corona de espinas y de sombras. Nos engañaron, Maximiliano, y me engañaste tú. Nos abandonaron, Max, y me abandonaste tú. Sesenta veces trescientos sesenta y cinco días me lo he repetido, frente al espejo y frente a tu retrato, para creerlo: nunca fuimos a México, nunca regresé a Europa, nunca llegó el día de tu muerte, nunca el día en que, como ahora, aún estoy viva. Pero sesenta veces trecientos sesenta y cinco días el espejo y tu retrato me han repetido hasta el infinito que estoy loca, que estoy vieja, que tengo el corazón cubierto de costras y que el cáncer me corroe los pechos. Y mientras tanto, tú, ¿qué has hecho tú de tu vida todos estos años mientras yo he arrastrado mis guiñapos imperiales de palacio en palacio y de castillo en castillo, de Chapultepec a Miramar, de Miramar a Laeken, de Laeken a Terveuren y de Terveuren a Bouchout, qué has hecho tú sino quedarte colgado en las galerías, alto, rubio, impasible, sin que una sola arruga más empañe tu rostro ni una sola cana más blanquee tu cabello, congelado en tus treinta y cinco años como otro Cristo para siempre joven, para siempre hermoso, vestido de gala y montado en tu caballo Orispelo, y con tus grandes espuelas de Amozoc? Dime, Maximiliano, ¿qué has hecho tú de tu vida desde que moriste en Querétaro como un héroe y como un perro, pidiéndole a tus asesinos que apuntaran al pecho y gritando Viva México..."

Fragmento: Noticias del Imperio, Fernando del paso

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